Mientras algunos, con más o menos acierto, siguen debatiendo aspectos que afectan a la vida cotidiana de los vecinos de Leganés, otros se aferran al incierto futuro para ver, si de casualidad, puede volver a ser Alcaldes de Leganés.
Sólo merece ser Alcalde quien trabaje día a día por el bienestar de los vecinos en todas las facetas que la normativa local atribuye a un Municipio. Ese día a día incluye algo más que la mera intervención en los Plenos o la participación en blogs y redes sociales.
Si los partidos políticos que participan en Leganés (de los que excluimos, entre otros, a UyPD, que sigue sin dar señales de importarle la realidad vecinal de nuestra Ciudad) no pueden hacer un trabajo previo de discriminación de personas y caracteres para luego rodear a ese candidato, sirviendo de empuje con propuestas e iniciativas, a optar a la posibilidad de regir Leganés, podemos encontrarnos con futuros alcaldables que han estado cuatro años vagando entre las tinieblas de la inapetencia y la desgana de la participación vecinal.
Algunos se inventan denominados “labs” en los que, cual “brainstorming”, pasan animadísimos ratos jugando a no sé qué mientras los vecinos seguimos aprisionados por los problemas que nos acucian: paro, hipotecas, mala educación, sanidad,… De tal “Labs” podría haber nacido esa técnica, tan denostada en el pasado, pero que ahora tal vez podría volver con nuevas fuerzas renovadas, el abandono de los plenos:
“Si no me dan la razón, me levanto del Pleno y me voy”
“Si no me dejan hablar, me levanto del Pleno y me voy”
A lo que podríamos añadir otra muy curiosa: “si no sé qué decir, me levanto del Pleno y me voy”, con lo que tal vez podríamos encontrarnos un Pleno Municipal con el Salón vacío…
Qué preocupación y cuánto miedo tienen algunos a que les saquen los colores con su mal hacer político, y cuanta poca responsabilidad para admitir los errores que se cometen.
“Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno,
y las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente,
y ríase la gente”.
Luis de Góngora