Tras un largo, solemne e inquietante tiempo de espera, lanzándose a bombo y platillo que se había encontrado el escándalo más tremebundo habido y por haber desde que el hombre es hombre, resulta que aquella presunta tromba de agua que iba a arrasar Leganés, ha quedado en simple llovizna que, aún está por ver, a quien termina empapando.
Ya en serio, muy en serio, desde que nos regimos por nuestra Constitución, todos tenemos derecho a la sagrada presunción de inocencia. Ello lleva a que todo aquello que se pretenda imputar a alguien tenga que llevar necesariamente la coletilla “presunto”, siendo un Tribunal el único que puede y debe, en su caso, condenar. No lo olvídemos nunca, sobre todo en esta época de cruce de acusaciones y supuestas actuaciones delictivas.
Así, parece que ciertos políticos de Leganés han olvidado que fueron elegidos Concejales para mirar por el bienestar de sus vecinos y proponer medidas que intenten mejorar su calidad de vida, dentro de las competencias que tienen atribuidas. Sólo buscan el choque directo, el ataque frontal, la polémica, rascando y rascando hasta pretender dar con el “eureka” que les haga más famosos que Cristiano o Messi. Cada rueda de prensa lleva a pensar “a ver qué dice que ha encontrado ahora”…
Seriedad, oficio y profesionalidad. Eso lo podemos exigir todos los vecinos a quienes trabajan por y para nosotros. No podemos exigirles que estén abiertos al debate, que sean capaces de refutar lo que consideren desacertado o que lean criterios que ofrecen opiniones distintas a las suyas. Algunos prefieren mirar hacia otro lado y apretar el botón de “bloqueo”.
En cualquier caso, y parafraseando un conocido lema: “nosotros votamos, nosotros decidimos”.
“Entusiasmo del odio,
ojos del mal querer.
Turbio es el hombre,
turbia la mujer”.
Miguel Hernández